Octavia la Menor (en latín, Octavia minor; Nola, 64 a.C.-Roma, 11 a.C.) fue la única hermana del primer emperador romano, Octavio. Fue una de las mujeres más prominentes de la historia romana, respetada y admirada por sus contemporáneos por su lealtad, nobleza y humanidad y por conservar las virtudes femeninas romanas tradicionales.
Octavia fue hija del segundo matrimonio de Cayo Octavio Turino con Acia, sobrina de Julio César. Su padre, senador y gobernador de Macedonia, murió por causas naturales en el año 59 a.C.. Poco después, su madre se casó con el cónsul Lucio Marcio Filipo, amigo de su padre. Filipo se hizo cargo de Octavia y su hermano, junto con los hijos de su primer matrimonio.
Parte de su niñez la pasó viajando con sus padres. Se supone que tenía una buena educación como la que tenían las jóvenes romanas de familias importantes: el griego y el latín, la literatura, la geometría, tocaban la lira y acostumbraban a escuchar discursos filosóficos. Tenía muy buena relación con su hermano menor Octavio.Cuando ella tenía 10 años, su padrastro concertó su matrimonio con Cayo Claudio Marcelo, 24 años mayor. Octavia y Marcelo tuvieron tres hijos.
Su historia personal forma parte de la historia del Imperio Romano y la ubica en un sitio central de poder, habilitándola a participar de la vida pública.Por un decreto senatorial, Octavia, que había enviudado, se casó con Marco Antonio en octubre del año 40 a. C.. El matrimonio había sido aprobado por razones políticas, para cimentar la débil alianza entre su hermano Octavio y Marco Antonio. Entre los años 40 y 36 a.C. Octavia vivió con su marido en una mansión en Atenas junto con sus tres hijos y los dos hijos de Antonio. Allí nacieron las dos hijas de la pareja. Ella viajó con su marido por varias provincias de Oriente. En el año 36 a.C. fue definitivamente abandonada por Marco Antonio por su amante, la reina egipcia Cleopatra. A finales de ese año Octavia regresó a Roma con sus cinco hijos y los niños de Antonio.
En 35 a.C. Octavio consiguió que el Senado, en un hecho sin precedentes, le otorgara a Octavia, privilegios que generalmente se reconocían a varones notables o a las vestales, como la sacrosanctitas tribunicia (inviolabilidad sacrosanta por la cual no podrían ser injuriadas ni de palabra ni de obra), lo que en los efectos prácticos la liberó de la tutela mulieris, es decir, podía disponer de sus propiedades.
Marco Antonio se divorció de Octavia en 32 a.C., hecho que desencadenó la ruptura definitiva del Triunvirato y el comienzo de la tercera guerra civil a la que asistía Roma. Es sabido que ella había intercedido en numerosas ocasiones para mantener la paz. Después del suicidio de Marco Antonio y Cleopatra, Octavia se hizo cargo de los tres hijos que habían tenido.
Octavio, su hermano, devino emperador en el 27 a.C., y ella se transformó en una importante pieza política. En el año 25 a.C., su hijo Marcelo fue adoptado por su hermano Octavio, quien lo declaró su heredero, pero dos años más tarde, el joven Marcelo murió por enfermedad. Los historiadores insisten en que aquí termina la historia de Octavia, que se retira de la vida pública cuando fallece el heredero. Sin embargo, vemos que su carrera como mecenas despega a los 35 años.
Las fuentes se dedican a idealizar un personaje de mujer bella, de esposa abnegada con virtudes de devoción maternal, dejando de lado el desarrollo de una vida menos convencional en cuanto a política y matronazgo de las artes, que es mencionado lateralmente. Si bien Octavia cumplía obedientemente su rol de acuerdo a las obligaciones de una mujer miembro de la familia imperial, aprovechaba esta posición para desarrollar otras actividades en un mundo masculino. Es decir, ejercía algunas de las pocas posibilidades de detentar el poder que disponía una mujer en ese momento. La aparición de imágenes escultóricas de Octavia y sus efigies acuñadas en las monedas, un grado de visibilidad inusual, revelan la legitimación de su reconocimiento durante su vida.
Octavia desarrolló una intensa actividad cultural. Apoyó a Vitruvio con una pensión vitalicia, como él mismo lo cuenta en el Prefacio de Los Diez Libros de la Arquitectura, como así también a Virgilio, el autor de La Eneida. El gramático Aelio Donato, en su Vida de Virgilio, refiere que el poeta leyó varios capítulos de La Eneida para Augusto, el cual estaba acompañado de su hermana. Conociendo el afecto de Virgilio por Octavia, había escrito unos versos en su Libro VI en recuerdo de Marcelo, algo que la emocionó profundamente. Como agradecimiento, Octavia ordenó que se gratificara a Virgilio con diez mil sestercios. La escena es llamativa además porque la costumbre era que las mujeres no asistieran a los recitados de los poetas o que los atendieran desde detrás de un cortinado. La presencia de Octavia en la sala indica lo privilegiado de su situación. Otra mención a su mecenazgo es el libro dedicado a ella por el filósofo Atenodoro de Tarso, tutor de su hermano y posiblemente también de ella.
Cuando Octavio realizó la operación urbanística del Campo Marzio, los más relevantes miembros de la familia construyeron edificios para beneficio del pueblo, entre los cuales está el Pórtico de Octavia. Cabe preguntarse sobre la autoría de esta obra. Si los historiadores hablan del Panteón “de” Agripa y suponemos que fue construido por Agripa, ¿por qué no sucede lo mismo cuando se dice Pórtico “de” Octavia?. En el primer caso, se atribuye la construcción a Marco Agripa, en el segundo, se dice que fue construido en homenaje a Octavia. La historia de la arquitectura perpetúa así el estereotipo del rol activo de los varones y el rol pasivo de las mujeres.
Como relata Plutarco, Octavia, entre el 27 y el 23 a.C., destina sus bienes a las construcción de un pórtico en honor a su hijo fallecido. Se trata de un cuadrilátero de columnatas de unos 119 por 135 metros que rodeaba los templos de Juno Regina y Júpiter Estator (templo destacado por Vitruvio en su tratado), ubicado junto al Teatro de Marcelo. Si bien las romanas habitualmente encargaban la construcción de pequeños templos y santuarios, el pórtico de Octavia fue posiblemente la primera intervención de escala urbanística de una mujer en Roma. Allí, edifica además dos bibliotecas públicas, una que contenía libros en latín y otra, libros en griego. Es probable que los libros de la biblioteca privada de Marcelo fueran la base de las colecciones.
En la Forma Urbis Severiana, un antiguo mapa de Roma, se observa una exedra que armaba un espacio entre los templos y las bibliotecas, posiblemente un espacio para recitar y donde a veces sesionó el Senado. El pórtico incluía una galería de estatuas, entre las que se encontraba la de Cornelia, madre de los Gracos, célebre por ser la primera estatua femenina expuesta en público en Roma.
El programa del pórtico, fue replicado más adelante por Livia, la esposa de Octavio en 15 a.C. en el Esquilino. No es casual que ambas mujeres hayan seleccionado un tipo de edificio que cumplía funciones de salubridad, cultura y memoria.
El pórtico sufrió numerosas transformaciones, incendios y terremotos y en 770 se construyó encima del propileo de entrada de la iglesia de Sant’Angelo in Pescheria.
En el año 11 a.C., moría Octavia, aunque Suetonio afirma que “Octavio perdió a su hermana cuando contaba cincuenta y cuatro años”, es decir en el 9 a.C.. El emperador le rindió los más altos honores fúnebres como héroe de estado, inusuales en los funerales de las mujeres.
Margaret Woodhull señala la existencia de otras mujeres en el Imperio Romano ejerciendo el patronazgo y aportando a la vida pública, contribuyendo con la producción de herederos y con la continuidad social que tomaron el ejemplo de Octavia. Salvia Póstuma en Pola y Eumachia en Pompeya crearon arquitectura significativa para sus ciudades.
A lo largo de la historia ha habido mujeres con una vida super interesante y a han dejado su legado para nosotr@s. Es importante que lo redescubramos y lo conservemos.
Buenos no os entretengo más, y os iré contando más historias sobre mujeres.
Saludos
Ana